Investigación histórica realizada por Alicia Pierini.
La Verdad implica una opción:Ni Galileo pudo saltear el conflicto cuando hay que elegir entre verdad o castigo. El temor al castigo conspira en contra de que emane alguna verdad desde los protagonistas de entonces. Por eso para alcanzar algunas verdades sobre hechos de la historia reciente, hace falta construir laboriosamente a partir de otros datos. Sabemos que la Verdad Histórica no es tema para los jueces penales. Ellos sólo construyen la verdad parcial necesaria para fundar su sentencia según la ley. Sin embargo nuestro derecho a la verdad es irrenunciable, y para ello hay que investigar. Investigar es palabra mayor:La investigación histórica, como toda investigación, requiere de una metodología rigurosa de validación y valoración de fuentes, consistencia de datos y documentos, y análisis de contextos, entre otros requisitos. Un hecho que marcó historia –como la violenta muerte de José Ignacio Rucci- sólo puede ser analizado a partir de la comprensión profunda del sistema sociopolítico dentro del cual acontece. O sea analizando los componentes de ese sistema, el entorno que actuaba sobre esos componentes, las relaciones vinculares entre éstos y el entorno, y los procesos que sincrónicamente se desarrollaban e involucraban a todos en su funcionamiento. Sin esa metodología, no es investigación. Es por ello que el libro de Ceferino Reato “Operación Traviata” no es una investigación sino una atractiva novela ambientada en setiembre del 73.Pretender que tal novela reabra la investigación judicial 36 años después del hecho, es una ambición inusitada. No hay aporte de ningún dato nuevo que lo justifique.Comprendo a Su Señoría que no haya tenido más remedio que escuchar el ruido mediático producido por el periodista Reato e invitarlo a declarar para que repita bajo juramento que le dijeron que...No parece serio tomarlo en cuenta. Menos aún es ético que en el afán por ser best seller se sobresalte y altere la paz interior que a lo largo de esos 36 años supo construir ejemplarmente la familia Rucci que hasta soportó –hace muy poco- la ofensa ministerial revictimizadora que le reprochó el cobro de la reparación indemnizatoria como si ésta conllevara para las víctimas la renuncia a algún derecho. Análisis sucinto:Reconozco no ser investigadora histórica pero me rebelo cuando otros que tampoco lo son aprovechan el obligado silencio galileano impuesto a los ex montoneros y escriben su versión libre sobre un tema doloroso de aquellos años.Me limitaré a analizar las falsedades y omisiones del libro para que quede claro que es una novela –bien escrita por cierto- y no una investigación. Y que las coincidencias con la realidad que pudiera tener han sido tejidas con fines no históricos y tampoco aportan veracidad a la luz de otros datos.1.- El falso descubrimiento: Ceferino Reato -orgulloso de su “descubrimiento”- escribe que un ex montonero le dijo que “El cuartel general de la Operación Traviata fue el departamento C del piso 12 del edificio de Juan B. Justo 5781... desde allí se divisaba perfectamente la vivienda del Jefe de la CGT” (p.128 de “Operación Traviata”) Eso es lo único “nuevo” que aporta a lo ya conocido sobre el caso...pero es falso. Nunca existió edificio de departamentos en esa cuadra de Juan B. Justo.Reato debió haber verificado el dato antes de consagrarlo, bastaba con visitar la manzana de Juan B. Justo al 5700. No hay un solo edificio alto, ni lo hubo nunca. Actualmente en dicha cuadra hay una gran planta de fábrica o galpón que ocupa la empresa Arco y abarca casi todo el frente, con entrada por el 5783 y otra 5777. Advirtiendo que dicha empresa para esa fecha no ocupaba tal predio, busqué los antecedentes. Afirman los vecinos que allí nunca hubo edificación en altura. Podría comprobarse definitivamente obteniendo en el Instituto Geográfico Militar la fotografía aérea de la manzana correspondiente a esa fecha, pero no está a mi alcance hacer esa averiguación. Por ello pregunté a vecinos del barrio si sabían qué había ahí antes de los galpones actuales. Todos dijeron que siempre hubo galpones, y que nunca se supo que alguna vez se hubiera demolido un edificio de 12 pisos de viviendas sobre J. B. Justo para hacer galpones. O sea, el tal edificio nunca existió. (Es razonable que algún neo Galileo le haya fantaseado a Reato). Aún suponiendo que fuera algún otro edificio, de los poquísimos altos entre el 5.200 y el 6200 (o sea 5 cuadras en menos y 5 en más de numeración) tampoco cierra: en la vereda impar – los deptos A y B son frente al sur y C y D contrafrente. Por tanto el depto C daría al Norte y no al Sur con lo que sería imposible divisar casa alguna sobre Avenida Avellaneda. En síntesis: el “dato nuevo” es falso.2.- La hipótesis de Reato también esta equivocada: Pasemos ahora a analizar el contexto de la Operación Rucci. El autor recorta la compleja trama de vínculos y procesos de época a lo que denomina su “triángulo analítico” a saber: “las relaciones entre Perón, Montoneros y el poder sindical” (Operación Traviata pag. 19). Acepta inmediatamente que hay un lado que omite: el de la Triple A aún en protoexistencia. Debió haber dicho que omitía directamente a López Rega -vivito y coleando entonces- pero no explica por qué, habida cuenta que no era un actor menor.Además omite a otros varios componentes más del sistema político: el ERP declarado ilegal el día anterior, las organizaciones de la izquierda marxista exacerbadas por la derrota de Allende en Chile, y fundamentalmente omite el contexto del proceso de fusión entre Montoneros y FAR. Este último es el dato que explica la confusión y desconcierto que produjo entre la militancia montonera el operativo Rucci. Al omitir Reato todo esto, que es el contexto político del hecho analizado, queda en claro que el objetivo del libro es imputar a la Organización Montoneros la muerte de Rucci, haciendo caso omiso a la negativa reiterada que dicha organización mantuvo respecto de su responsabilidad autoral. Haciendo caso omiso también, de las expresas instrucciones que la misma organización daba a sus militantes en relación a que toda planificación operativa debía incluir su propagandización como una parte más de la misma (conf. Pag. 59 T.I “La Sentencia del 9 de diciembre de 1985” - Juicio a las Juntas Militares - Imprenta del Congreso de la Nación - 1987”) y en consecuencia nunca Montoneros negó sus operativos militares, aún los más cuestionables o equivocados.Además, por haber ocurrido durante gobierno peronista y agregando –sin haber verificado nada- que ex montoneros que ejercían funciones públicas habrían prestado colaboración, Reato cumple el objetivo de armar el caso Rucci como un crimen realizado con el aparato del estado. Corolario de ello imagina tal vez el autor, se podrá recurrir nuevamente a la imprescriptibilidad y así mantener viva la vía penal convalidando la hipótesis de dos demonios que ahonda la división entre los argentinos. 3.- Antecedentes: En 1985 otro libro, que no vale ni como literatura, se había publicado y abordaba todo esto en versión más burda, sospechada siempre de “servicio”. Lo firmó un tal Eugenio Méndez y se titulaba “Confesiones de un montonero” editado por Sudamericana-Planeta. Es un relato de época lleno de aparentes datos de dudosas fuentes, entremezclados todos entre verdades y mentiras. Esta metodología de hacer un cocktail con algo de lo cierto y muchas falsedades para fundar una pseudo interpretación de situaciones, es la metodología típica de los informantes serviciales.Méndez también le adjudica el asesinato de Rucci a Montoneros e involucra a todos los cuadros de conducción fantaseando una desopilante votación que habría decidido la muerte del jefe de la CGT. Como inventar es gratis, el tal Eugenio Méndez exhuma cantidad de nombres y apodos en su texto –que obviamente nunca nadie tomó en serio- pero coincide casualmente con este nuevo intento al adjudicar a Julio Roqué la autoría material de los tiros que dieron fin a la vida del líder sindical. Por su parte Miguel Bonasso en “Confesiones de un clandestino” editado en el año 1999, testimonio creíble en este caso, cuenta que Roqué le describió el operativo. Suponiendo que así hubiera sido cabe analizar entonces : a) Si Roqué era conducción de Montoneros o aún no al momento del hecho; b) Si la conducción montonera tuvo o no decisión, participación o control sobre el hecho c) Razones por las que Montoneros no asumió ni entonces ni nunca esa autoría que se le adjudica cuando siempre asumió sus operativos. Los analizaré en los puntos siguientes.4.- ¿Quién era Roqué? : a) Por lo pronto, en setiembre de 1973 no era jefe montonero.Roqué, su nombre de guerra Mateo, (luego Lino) pertenecía a las FAR de Santa Fe. Había sido liberado de la cárcel por la amnistía del 25 de mayo del 73. En las discusiones en la cárcel con los jefes montoneros presos las FAR venían elaborando “su opción por el peronismo” que preanunciaba el camino a la fusión con Montoneros. Las FAR no eran peronistas sino marxistas que optaban por el peronismo, tomando cuenta el formidable triunfo popular del 11 de marzo. b) el contexto político electoral: Montoneros fue la única organización político-militar que participó activamente del proceso electoral de 1973 que dio el triunfo del 11 de marzo. Había sido precursora de la estrategia “Perón Presidente”, luego sostuvo “Cámpora al gobierno, Perón al Poder” y a partir del 25 de mayo integró a muchos de sus cuadros al gobierno popular peronista. Se militaba la opción electoral y esto generó conflicto con los sectores del peronismo basista más intransigentes (“ni votos ni botas, fusiles y pel...”) y enormes presiones y críticas por parte de las organizaciones armadas y no armadas de la izquierda no peronista. La opción política “Perón al poder” es –en síntesis- la línea militante vigente en el 73, que sostiene toda la JP y que cuesta a Montoneros la primer disidencia rupturista: peronistas de base y la columna Sabino Navarro se apartaron reivindicando el clasismo combativo y la lucha armada hasta la victoria final.A mediados del 73, la M contaba con gobernadores y ministros propios o aliados, y pugnaba por mayor espacio en la estructura de poder. El eje de los debates en septiembre 73 era cómo continuar ganando poder, superando el desastre de Ezeiza, defendiéndose de las patotas sindicales con quienes se disputaba el espacio interno del movimiento. El planteo montonero pivoteaba sobre cómo expandirse hacia todos los frentes de masas y cómo ganar en el frente sindical que parecía repartirse entre la ortodoxia peronista burocrática y el clasismo de izquierda. Conducir junto a Perón, era la consigna, no contra él. c) el contexto interno: la fusión con las FAR:Con adversarios por derecha y por izquierda, para Montoneros el camino de la fusión con las FAR fue muy difícil. Fusión no es sumar por coptación ni agregación táctica. La primera organización que se había fusionado con Montoneros había sido Descamisados, cristianos y peronistas también ellos, hubo poco para discutir en lo esencial y también poco en lo organizativo ya que los Desca sólo existían en la Regional I (Buenos Aires). La fusión fue natural. No fue así con las FAR que requirió –a todos los niveles- un debate ideológico y político. Venían de otra vertiente y “optaban” por el peronismo y en los hechos operaba conjuntamente con el ERP. Eran contradicciones de fondo pero que no se esquivaron, sino que se elaboraron al punto tal de lograrse finalmente una fusión real.En simultáneo, a principios de setiembre 73 el ERP había tomado el Comando Sanidad en un operativo militar audaz que desafió abiertamente al peronismo en plena campaña preelectoral por Perón Presidente. Poco después, ya con Perón Presidente, el ERP realizaría otra compleja operación militar: el copamiento de Azul, Su resultado político fue la caída del gobierno de Oscar Bidegain, el gobernador que contaba con más cuadros montoneros en su administración. Pasaron muchos años hasta que Luis Mattini (jefe PRT-ERP nro.2 de Santucho) autocriticara en alguno de sus textos este incorrecto accionar del ERP durante el gobierno peronista. Al dibujar el tablero total en el que se inscribe la acción contra Rucci, se ven claramente las distintas concepciones y activismos de la etapa: para la izquierda marxista y algunos peronistas había que profundizar las contradicciones contra el gobierno peronista, radicalizar la lucha de clases y el sindicalismo combativo, (ver revistas Militancia de la época) y continuar atacando militarmente objetivos militares. Para Montoneros y sus frentes de masas, en cambio, había que ampliar poder dentro del gobierno peronista y dentro del espacio del movimiento en general, integrando a todos los grupos militantes que acordaran políticamente. Reato no estudia a fondo el contexto político y sus matices, y en consecuencia, al simplificarla, falsea la historia. d) La fusión con las FAR estaba aún en proceso al momento de la muerte de Rucci. Por tanto, es falso que Roqué fuera miembro de la conducción unificada que se constituiría bastante después, recién a mediados de octubre. Suponiendo cierta la hipótesis expuesta por Bonasso de que Roqué habría sido el jefe de la Operación que dio muerte a Rucci o su autor material, no lo fue como conducción de la organización Montoneros. Es posible, en su caso, que siendo un cuadro importante en su formación militar, que no había vivido –y palpitado- el proceso electoral junto al pueblo peronista en la calle, porque estaba preso, y en medio del debate y desorden orgánico, que con su capacidad de decisión, y sin estar inserto en la política activa de superestructura ni participando aún de la conducción, bien podría haber diseñado y ejecutado una acción ofensiva “por la libre”, fuera de su territorio de origen, optando –por razones de seguridad- por compartimentar la información.No era a esa fecha tan difícil formar un comando ad hoc con cuadros disidentes o sueltos y pedirle cooperación a otros que –sin ser disidentes ni sueltos- no sabrían para qué objetivo cooperaban aunque aportaran logística, algo común en la cultura montonera y jotapé. Posibilitado por el momento de confusión y de euforia, con las conducciones ocupadas en ampliar la política, y debatiendo la futura nueva integración organizativa, la hipótesis de un comando libre –inorgánico- es más verosímil que la de Reato.e) los resultados del operativo Rucci: La noticia de la muerte de Rucci cayó como una bomba en la militancia peronista montonera. Objetivamente dañó a la organización, a Perón y al vínculo entre ellos.Fue un cimbronazo que desencadenó más violencia y profundizó las contradicciones con el sindicalismo y la ortodoxia peronista. ¿Era acaso ésa la propuesta política montonera para la etapa? Reato obvia ese “detalle” y no lee correctamente los documentos de la época (sugiero ver Baschetti Docs del 73 al 76, tomo I pags 258 y sigs). La propuesta política de profundizar la lucha armada en pleno gobierno peronista, no era –en esas circunstancias- la propuesta montonera sino la de algún sector del Peronismo de Base, la del PRT-ERP, la de los cuadros residuales de la Columna Sabino Navarro o las FAP, y la del clasismo combativo. Desde la revista Militancia se hostigaba la política de Montoneros por reformista, se dibujaba dentro de una “cárcel del pueblo” a más de un peronista (cura Mugica, por ej) y se alentaba el antimontonerismo como política. Montoneros estaba, por el contrario, coordinando a la JP con un sector del Ejército, en el diseño del Operativo Dorrego de reconstrucción postinundaciones en 18 partidos de la Pcia. de Buenos Aires que se llevaría adelante poco tiempo después.Lo cierto y documentado es que cuando Mateo/Lino tiró contra Rucci –si es que fue él- no era aún conducción de Montoneros ni tampoco participaba del debate en la cúpula con Firmenich y Perdía, sino que por FAR debatían Quieto y otros. Nadie recuerda que Lino haya tenido conducción de ámbito alguno en Regional I. En ese marco –producido el hecho- a la conducción montonera prefusión no le quedó otra opción que un inusual silencio (que algunos interpretaron como aprobación) sobre una operación que no había ordenado ni conducido y que la tomó de sorpresa. Probablemente tal silencio fue para no abortar el proceso de fusión que entendían necesario y que avanzaba hacia una nueva conducción compartida. A Montoneros le llovieron críticas de todos lados, empezando por la propia militancia y la furia de Perón. A partir de ahí se ensanchó una nueva grieta interna, la del grupo Lealtad y su desmembramiento se produjo irremediablemente sobre todo en la Regional I. Montoneros perdió políticamente en casi todos los frentes y el precio de la bronca de Perón fue también altísimo. Si otra hubiera sido la decisión: por ejemplo repudiar el operativo, quizás hubiera fracasado la fusión y habría quedado Montoneros como minoría entre dos fuegos cruzados: el de las izquierdas combativas y el de la ortodoxia sindical, más el lópezrreguismo. Tampoco era un escenario deseable. Se optó por bancar en silencio el hecho consumado y continuar sumando la fuerza de las FAR culminando a las pocas semanas el proceso de fusión que haría de una única organización Montoneros la experiencia más potente del peronismo combativo durante la década. Pasó algún tiempo hasta que sus cuadros de conducción negaran explícitamente la autoría de esa muerte, “el error nuestro fue político por no haberlo desmentido en esa oportunidad” (ver reportaje a Firmenich del 8-11-84 publicado por revista Repensar nro 1, 2009) e incluso autocriticaran “el no haber condenado explícitamente y marginado la violencia, en un gobierno democrático” (conf libro “La otra historia” de Roberto Perdía, ed. Grupo Agora –1997 pag 210)5.- En síntesis: Según la hipótesis antedicha Montoneros como organización no diseñó ni perpetró el operativo contra Rucci. Probablemente un comando ad hoc por la libre, dada la desorganización de la etapa, fue responsable del atentado. Sin embargo, una vez producido la Orga lo bancó por omisión y con costo político. Costo hacia Perón, hacia la militancia y hacia el sindicalismo. La fusión orgánica con las FAR en una única y poderosa organización Montoneros es posterior a la muerte de Rucci. La integración de Roqué a su conducción es obviamente también posterior a esa fecha. Había empezado ya un proceso de transformación que –a partir de la muerte de Perón- fue llevando paso a paso a la debacle posterior. El pase a la clandestinidad y reanudación de la lucha armada –en septiembre 74- fue como bien dijo Firmenich en su autocrítica pública “el error madre de Montoneros”. Claro que ese error madre se gestó durante el tiempo previo, tiempo que Perdía remonta al no haber sabido “encontrar la forma de evitar o salir de la confrontación con él (Perón) o bajar los decibeles de la misma” (id. cita anterior)Haciendo un último análisis –y ahora desde lo jurídico- no hay data cierta que permita imputar a la conducción de Montoneros vigente a septiembre 73 la autoría material ni intelectual de la operación que segó la vida del jefe de la CGT, sino que más bien hay data en contrario. Los 18 meses que van del 73 al 1 de julio del año siguiente fueron excepcionales, por lo que cualquier análisis de contexto debiera tomar en cuenta esta excepcionalidad.Por mi parte este escrito es tan solo una aproximación al planteo de otra hipótesis, buceando en la política de época, sin más pretensiones. Ojalá podamos algún día debatir y aprender de nuestra propia historia –sin disfraces- aunque la excusa sea discutir un best seller. Debate casi imposible mientras el dilema de Galileo y la teoría de los dos demonios sigan existiendo.
Enviado por Daniel Guggini
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